miércoles, 17 de abril de 2013

Megalodon

Hola a todos compañeros, hoy hablaremos de un críptido con muchas posibilidades de ser real, a mi pensar, ya que la virginidad de los mares abre la puerta a estos seres. Los océanos cubren el 71 % de la superficie de nuestro planeta y su profundidad media es de 4 Km. Ese extensísimo habitat se encuentra muy poco estudiado por el hombre, estimándose entorno al 1 % la parte explorada. Debido a ello, siguen produciéndose noticias de descubrimientos de nuevas especies marinas o del hallazgo de otras que se consideraban extinguidas desde hacía millones de años.


Pues bien, varios informes sobre encuentros con desconocidos tiburones de gigantesco tamaño y el hallazgo de algunos dientes que podrían ser menos antiguos de lo esperado, han hecho que muchos criptozoólogos se planteen una hipótesis fascinante: que en las profundidades del océano Pacífico exista un ser de pesadilla, auténtico monstruo de los abismos, un gigantesco tiburón de casi 17 m. de largo y 30 toneladas de peso, que los paleontólogos suponen extinto desde hace más de 1 millón de años. El megalodón, el pez carnívoro más grande que jamás hayan conocido los océanos de este planeta.


Relatos de navegantes:


El primer informe que tenemos sobre un posible encuentro con esta criatura, corresponde a un relato que el prestigioso naturalista australiano de principios del siglo XX, David Stead, miembro de la Linnean Society de Londres y de la Royal Zoological Society de Nueva Gales del Sur, refiere en su obra “Tiburones y Rayas de los mares de Australia” lo siguiente:


“En el año 1918 recogí la inquietud que se 
había instalado entre los recolectores de marisco en Port Stephens (costa Este de Australia) cuando durante varios días se negaron a ir a sus caladeros habituales en las cercanías de la isla Broughton. Los hombres habían estado trabajando en los caladeros situados en aguas profundas cuando un inmenso tiburón de proporciones casi increíbles hizo acto de presencia, levantando una nasa repleta de cangrejos tras otra, y tomando, como los hombres dijeron, "nasas, amarras y todo". Estas nasas de cangrejos, debe decirse, medían alrededor de 3 pies y 6 pulgadas (1,06 metros) de diámetro y contenían con frecuencia de dos a tres docenas de cangrejos de buen tamaño, cada uno de los cuales pesaba muchas libras. Los pescadores fueron unánimes al afirmar que este tiburón era algo que nunca antes habían visto ni en sueños. En compañía del Inspector de Pesca local, interrogué a muchos de los hombres de forma muy exhaustiva y todos ellos estuvieron de acuerdo en el tamaño gigantesco de la bestia. Pero las longitudes que ellos proporcionaron eran absurdas. Lo menciono, no obstante, como indicativo del estado de ánimo en que les había arrojado este inusual gigante. Y teniendo en cuenta que éstos eran hombres que estaban habituados al mar y a todos los tipos de tiempo, así como a todos los tipos de tiburones. ¡Uno de los miembros de la tripulación dijo que el tiburón tenía por lo menos trescientos pies (90 metros) de largo! ¡Los otros decían que era tan largo como el muelle en el que nos encontrábamos (que era de alrededor de 115 pies, unos 35 metros)! Afirmaban que el agua "hervía" en una amplia zona cuando el pez pasó nadando por ella. Estaban completamente familiarizados con las ballenas, que habían visto pasar a menudo en el mar, pero esto era un gran tiburón. Habían visto su terrible cabeza que era "por lo menos tan larga como el suelo del muelle situado en la Bahía de Nelson". ¡Imposible, por supuesto! Pero éstos eran hombres prosaicos y bastante imperturbables, no dados a las "historias sobre peces" ni siquiera cuando hablaban sobre sus capturas. Aún más, ¡sabían que la persona con la que hablaban (yo mismo) había oído todas las historias sobre peces antes! Una de las cosas que me impresionó fue el que todos ellos concordaran en el fantasmal color blanquecino del gran pez. El Inspector de Pesca de la localidad en esa época, el señor Paton, estuvo de acuerdo conmigo en que aquello tuvo que ser algo realmente gigantesco para poner a estos hombres experimentados en un estado de miedo y pánico...”


Para los biólogos marinos el único problema que tiene este relato son las medidas estimadas al tiburón: no existe nada conocido que se acerque a eso, ni siquiera el megalodón cuya supuesta longitud máxima, estimada por un esqueleto completo encontrado en 2008 en Perú (donde abundan sus restos fosilizados), es de unos 16 m. O bien de algo más de 18 m. si se utilizan cálculos basados en el tamaño de algunos dientes encontrados.

Pero entonces, ¿qué fue lo que asustó a aquellos pescadores? El color blanquecino que reportaron y el hecho de que pudieran verle la cabeza (que sólo el tiburón blanco saca fuera del agua), hacen pensar en un gigantesco tiburón blanco. Sólo que el mayor tiburón blanco del que se tiene noticia midió 7 metros y 14 centímetros (ver cuadro adjunto nº 2).


Otros dos informes de avistamiento de un descomunal tiburón recogidos por M. Goss en su libro “Do Giant Prehistoric Sharks Survive?” y por el zoólogo Karl P. N. Shuker en su obra “In Search of Prehistoric Survivors,”nos llegan también desde la primera mitad del siglo XX, teniendo como testigos al escritor Zane Grey en 1927 y después a su propio hijo Loren en 1933. Zane Grey fue un escritor estadounidense que hizo una gran fortuna escribiendo novelas del Oeste y que realizó numerosos viajes de pesca, a la que era muy aficionado, por los mares del Sur. En el primer caso Grey refiere que estando pescando en alta mar cerca de Rangiroa, en el Pacífico Sur en 1927, él y los pescadores de Nueva Zelanda que le acompañaban a bordo de su barco, vieron con espanto un enorme tiburón de “cabeza cuadrada, enormes aletas pectorales y unas pocas manchas blancas.” Grey agregó que era considerablemente más largo que su barco, estimando su longitud entre 35 y 40 pies (10.5 y 12 m).
Pese a que su descripción coincide bastante con la de un tiburón ballena, Grey afirmó que pensó que “ese pez no era uno de esos inofensivos peces, sino uno de esos monstruos come hombres del Pacífico Sur”
. Algunos piensan que lo que Grey vio en realidad fue un gran tiburón tigre que puede superar los 5 m. de largo y que se refería a ellos con su frase antes citada. Sin embargo, Grey también debía conocer perfectamente este tipo de escualos por haberlos pescado y además, las medidas están lejos de coincidir.


El segundo avistamiento es referido en 1933 por el hijo de Zane Grey, Loren, quien nos narra que durante la travesía de regreso de uno de sus viajes de pesca desde Tahití a San Francisco, mientras se encontraba en la cubierta del barco durante un atardecer, llamó su atención una bandada de gaviotas que volaban en espiral sobre una zona de agua de color amarillo. “Al principio pensé que era una ballena, pero cuando vi la enorme cola de color café batir el agua impulsando poderosamente al pez, supe inmediatamente que era un monstruoso tiburón. Tenía una enorme cabeza redonda que parecía ser de al menos 10 a 12 pies (de 3 a 3,6 m.) si no más... Estoy convencido de que esta enorme criatura amarillenta debe haber sido de al menos 40 o 50 pies de largo (de 12 a 15 m.). No era un tiburón ballena: el tiburón ballena tiene un aspecto blanco verde purpúreo con grandes manchas marrones y una cabeza mucho más estrecha. Entonces, ¿qué fue aquello, tal vez un verdadero monstruo prehistórico de las profundidades? ”


Sin embargo el prestigioso zoólogo británico, el Dr. Karl P. N. Shuker, sugirió en su obra “En busca de sobrevivientes de la Prehistoria” que la existencia de una criatura como la avistada por los Grey puede estar detrás de una creencia tradicional de algunos pueblos de pescadores polinesios que hablan de un ser de 30 metros de largo no muy diferente de un tiburón blanco, que ellos llaman “El Señor de las Profundidades”. Es interesante resaltar que esta leyenda describe un tiburón que podría encajar en el avistamiento de la isla Broughton, en Port Stephens, de 1918.


Para terminar esta búsqueda de posibles informes de avistamiento, podemos citar al escritor Clay Cartmell quien en su libro “Let’s Go Fossil Shark Tooth Hunting” recoge otra historia sobre un gigantesco tiburón. “En la década de 1960 a lo largo del borde exterior de la Gran Barrera de Coral australiana, un buque de 85 pies de eslora [26 m] experimentó problemas de motor que lo obligó a parar para las reparaciones. Aunque los tripulantes, posteriormente se negaron a informar abiertamente de lo que habían visto por miedo al ridículo público, el capitán y su tripulación contaron a sus amigos después como un inmenso tiburón se trasladó lentamente pasando junto a su buque. De color blanquecino, quedaron asombrados por su tamaño. ¡Era mayor que su barco! Experimentados hombres del mar, que también estuvieron seguros de que la criatura no era una ballena”.


Dientes



Entre los años 1873-1876, el buque de la armada británica Challenger recorrió los océanos del planeta en lo que constituyó una extraordinaria misión científica. La Expedición Challenger realizó cientos de sondeos en aguas profundas y dragados de fondos, descubriendo 4.717 nuevas especies de vida marina. Gracias a sus dragados de fondos se recuperaron 2 dientes de megalodón recubiertos de una pátina de manganeso, lo que permitió hacer una datación aproximada del tiempo que llevaban los dientes depositados en el fondo oceánico. El manganeso es un mineral que se precipita desde el agua marina hacia el fondo, acumulándose allí con el paso del tiempo en forma de nódulos, cubriendo los objetos que allí se hallen. El caso es que el ritmo de esta precipitación es conocido, por lo que puede estimarse relativamente el tiempo que un determinado objeto lleva en el fondo del mar. Pues bien, en 1959, el Dr. W. Tschernezky del Queen Mary Collage de Londres, analizando esos dientes y el grosor de las capas de manganeso calculó que uno de ellos llevaba, suponiendo el valor más bajo en la velocidad de precipitación del manganeso, ¡24.000 años en el fondo marino y el otro diente 11.000 años! Pero es que si se utilizaran los valores más altos en la velocidad de precipitación del manganeso las fechas estarían aún más próximas, siendo de ¡2.600 años para el primer diente y de 1.214 para el segundo!


Espero que os guste a todos, agradezco esta noticia a http://www.joserafaelgomez.com/. Un saludo compañeros.

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