Un extraño ser viajó congelado de
feria en feria por el Medio Oeste norteamericano a finales de los 60. Era un
homínido de 1,8 metros y largo pelaje marrón, que parecía haber muerto de un
disparo en un ojo. Se exhibía dentro de un bloque de hielo en un ataúd de
cristal refrigerado. Frank D. Hansen, el dueño de la barraca, cobraba 25
centavos a quien quisiera ver de cerca al «hombre de la Edad del Hielo», una
atracción de feria más cuando el herpetólogo Terry Cullen se interesó por él en
Milwaukee en otoño de 1967.
Cullen trató
de llamar la atención de la comunidad científica sobre el primate. No lo
consiguió y, en diciembre de 1968, contactó con Ivan T. Sanderson, un
naturalista que había escrito un libro defendiendo la realidad del yeti. Dio la
casualidad de que Sanderson tenía como invitado en su casa al zoólogo belga
Bernard Heuvelmans, el padre de la criptozoología, la búsqueda de seres
legendarios. Los dos viajaron inmediatamente a la granja de Hansen en Minnesota
y, tras tres días de exámenes visuales y fotos, concluyeron que Bozo, como
llamaron al espécimen congelado, era algo extraordinario.
El cambiazo.
Hansen no
quería que el hallazgo trascendiera, pero los cazadores de monstruos sí.
Heuvelmans defendió, en el boletín del Instituto Real de Ciencias Naturales de
Bélgica, que Bozo era un ejemplar de una especie neandertaloide que sobrevivía
en Vietnam. Sanderson explicó en la televisión y en la revista 'Argosy' que se
trataba de un eslabón perdido entre el mono y el hombre, y pidió al primatólogo
John Napier, de la Institución Smithsoniana, que examinara el cuerpo; pero,
cuando el científico consiguió la autorización de sus jefes para hacerlo,
Hansen dio la espantada.
El feriante
anunció en abril de 1969 que ya no tenía en su poder al homínido, y que nunca
más lo volvería a tener ni a exhibir, aunque lo que iba a llevar de gira
durante el verano se le «asemejaría en muchos aspectos». «Parecía que una
réplica había reemplazado al 'original', pero no había, por supuesto, garantía
de que el 'original' fuera 'real'», indica Napier en su libro 'Bigfoot, the
yeti and sasquatch in myth and reality' ('Mito y realidad del bigfoot, el yeti
y el sasquatch', 1973). La copia difería en detalles del hombre de hielo de
Minnesota que habían visto los criptozoólogos en casa de Hansen.
Napier
calcula que el feriante invirtió en 1967 unos 50.000 euros en crear la criatura
original. Dos años después, como su éxito comercial era moderado, Hansen filtró
su existencia a los dos cazadores de monstruos. Lo que no esperaba es que, a
raíz del entusiasmo de Sanderson y Heuvelmans, una institución científica se
interesara por su homínido. Entonces, descongeló el muñeco, le hizo pequeñas
modificaciones, lo volvió a congelar y se inventó el cuento de la réplica.
Nadie podría acusarle nunca con pruebas de estafar al público, de que todo
había sido un montaje.
Además podéis ver en la sección de documentales y videos, un video sobre el Hombre de Minnesota:
Además podéis ver en la sección de documentales y videos, un video sobre el Hombre de Minnesota:
Según los datos, repercusiones y fotos que existe, el hombre de hielo de Minnesota es aún un misterio.
¿Qué opinas tú?
Saludos amigos.
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