¿Eslabón perdido?
Durante los años del colonialismo y la exploración, cuando parte del globo
terráqueo permanecía oculto a la vista y abierta a la imaginación y la ciencia
trataba de fijar sus categorías, aparecía de vez en cuando algún ser que
parecía estar a medio camino entre hombres y bestias. Oliver fue,
probablemente, la última de esas criaturas.

Pero las sorpresas no acabaron aquí, con el paso del tiempo Oliver comenzó
a poner en práctica ciertas aficiones poco comunes en su especie. Le encantaba
ver la televisión, y si tenía una cerveza en una mano y un puro en la otra,
mucho mejor. Aprendió a usar el baño y a lavarse las manos con frecuencia, e
incluso aprendió a hacerse café, que degustaba y paladeaba con sumo placer.
A Oliver no le gustaba la compañía de otros simios, ni a éstos la presencia
de Oliver. Según parece, Oliver tenía un olor muy diferente a los otros
chimpancés con los que compartía trabajo, y por esta razón estos le repudiaban,
lo que hizo que su carrera como cineasta no llegara muy lejos. No así su fama,
ya que su nombre y sus fotografías corrieron por diarios, revistas y
televisiones de todo el mundo con titulares de todo tipo como: “Oliver, el
eslabón perdido de la evolución”, ”El chimpancé humano”, “Oliver, el primer
híbrido entre humanos y chimpancés”…
Pero las cosas acabaron por torcerse ya que Oliver, quizás imaginándose
humano, se enamoró de su cuidadora y no desaprovechaba ninguna ocasión para
demostrárselo. De este modo, sus dueños decidieron que Oliver se marchara a
otro lugar. Durante un tiempo pasó por varias instituciones y escuelas de
adiestramiento hasta que al final se perdió su pista y el mundo se olvidó de
este peculiar simio.
Pasaron más de 20 años hasta que un hombre, que en su día conoció a Oliver
y que no se había olvidado de él, decidió buscarlo de nuevo. La búsqueda no fue
fácil pero al final lo consiguió; era el año 1996 y Oliver había pasado los
últimos 8 años de su vida en una pequeña jaula de apenas un par de metros
cuadrados en un laboratorio de investigación. Por suerte, no habían
experimentado con él y su salvador consiguió liberarlo, junto con otros
chimpancés que desde entonces viven en una asociación para el cuidado y
protección de estos animales. La sorpresa de sus nuevos dueños fue mayúscula
cuando, tras tantos años de cautiverio e imaginando que sus antiguas
capacidades de caminar erguido habrían desaparecido, Oliver salió de su jaula
caminando como siempre lo había hecho.
¿Cuál es el origen de Oliver?
Mucho se especuló en su día, e incluso se continúa haciendo hoy en día
sobre el origen de este chimpancé, diferente en muchos aspectos a todas las
razas conocidas. Muchos fueron los que dijeron que los rasgos físicos de
Oliver, muy similares a los humanos, no podían venir más que de un cruce de un
chimpancé como un humano, una aberración del cromosoma que por algún azar llegó
a nacer. Esta teoría se descartó por completo al final de los 90, cuando se le
realizaron pruebas de ADN que demostraron que Oliver era 100% chimpancé, sin
ninguna posibilidad de mezcla genética humana.

Aquí se podría teorizar en muchos aspectos. ¿Fue Oliver el último de su
especie? ¿Fue su especie ese eslabón perdido de la evolución entres simios y
humanos del que tanto se ha hablado?
Los partidarios de la evolución verán en Oliver una muestra excelente para
respaldar su teoría, otros muchos tan solo pensarán que Oliver fue un chimpancé
normal, con un azaroso y peculiar defecto genético que le hizo famoso.
Lo único cierto es que Oliver no fue un chimpancé normal. Oliver fue el
chimpancé que quería ser humano.
Además en la sección de documentales y vídeos podéis ver uno sobre Oliver:
Saludos.
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